La toma de decisiones no siempre es un proceso sencillo. Hay decisiones que nos cuesta tomar más que otras, algo que entra dentro de la normalidad.
Sin embargo, cuando esto se convierte en un patrón y se nos hace un mundo tomar cualquier tipo de decisión quizás nos venga bien pedir ayuda psicológica. Ya que esta dificultad para tomar decisiones puede estar manifestándose por otras problemáticas.
Tomar decisiones importantes no es fácil. Tenemos varias cosas en cuenta, valoramos cómo nos puede afectar a largo plazo, si es lo que queremos, etc.
Pero, y ¿cuándo esta dificultad para tomar decisiones se vuelve casi continua? ¿Cuándo delegamos tanto la toma de decisiones en otra persona que se nos olvida que es lo que realmente queremos?
Ahí, en ese punto tenemos que darnos cuenta que esto nos está perjudicando.
En ocasiones vamos dejándolo pasar por no lidiar con la incertidumbre… con ese sentimiento de «¿Lo haré bien? ¿Y si me equivoco?» que tanto malestar puede producirnos.
Pero, normalmente, la presión cada vez se vuelve mayor y esto aún nos genera mayor malestar. Además, cuando no decidimos, al final decide la vida por nosotr@s y puede ser que no estemos de acuerdo con esa opción.